En este artículo, Laura Tarazona cuestiona la centrilidad de los genitales en la percepción de la sexualidad, explorando otras formas de placer corporal. Reflexiona sobre la misteriosa presencia simbólica del espacio entre las piernas, un secreto que nos coloca dentro del sistema binario de género.
Entre las piernas hay un espacio invisible [Un secreto, un tesoro, una condena]. Oculto pero con una presencia simbólica en su ausencia de visibilidad. Parece diferente a los ojos o manos, como no está en los ojos de todos.
Nadie sabe con certeza qué tenemos entre nuestras piernas, pero lo imaginan. Miran nuestro cabello largo o barba y lo presuponen, como si no hubiera una mujer sin una vulva o un hombre sin pene.
Este secreto se encuentra dentro del Sistema binario [Inicio/Dona].
Los genitales son el centro del sexo. Pero ... centrando en los genitales la carga total de la sexualidad, oculta la posibilidad de sentir placer sexual en áreas corporales no vistas al socialmente y convierte la vulva y el pene en una especie de tótem sagrado, un símbolo suprema que nos esclaviza.
La división social de la gente en dos Sexos biológicos [masculino/femenino] único, opuesto y complementario,
Fava en favor de la idea de la heterosexualidad como regla y ha generado un sistema binario de géneros que causa grandes desigualdades.
«Que nada nos defina, que nada nos sujeto, esa libertad es nuestra propia sustancia.»
Cita de Simone de Beauvoir, quien enfatiza la importancia de la libertad y la negación de cualquier cosa que busque definirnos o abrazarnos.