Trastorno límite de la personalidad y abuso sexual infantil

En la salud mental, el Trastorno Límite de la Personalidad (TLP) emerge como una realidad compleja que afecta profundamente a los individuos, influyendo no sólo en su percepción del mundo, sino también en sus relaciones y su propia identidad. Este artículo se adentra en las profundidades del TLP, explorando sus características, su conexión con el abuso sexual infantil y las consecuencias que estas experiencias traumáticas pueden tener en la vida de quien las padece.

Introducción a los Trastornos de la Personalidad

Los rasgos de personalidad configuran patrones de pensamiento, percepción, reacción y relación, de forma generalizada y persistente. Si estos patrones de conducta son prominentes, rígidos y poco adaptativos, deterioren el funcionamiento interpersonal y provoquen malestar significativo por sí mismo y/o el entorno, el sujeto presentaría un trastorno de la personalidad (TP).

La Asociación Americana de Psiquiatría (APA) en el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales en su quinta edición (DSM-V; APA, 2013) define a los TP como patrones duraderos de pensamiento, sentimiento —experiencia interna— y comportamiento, apartados de las expectativas culturales, con afectación manifiesta en dos (o más) de las esferas: cognición (percepción, pensamiento y juicio), afectividad (emociones y respuestas afectivas), funcionamiento interpersonal i control d’impulsos, codificados en F60.0 a F60.9.

La APA (2013) estima que en torno al 10% de la población general y hasta la mitad de los pacientes psiquiátricos en unidades hospitalarias y clínicas presentan sintomatología por el trastorno de la personalidad; y explica que, en términos de género, etnia y clase socioeconómica, no existen diferencias claras para la mayoría de los mismos.

El Trastorno Límite de la Personalidad (TLP)

El trastorno límite de la personalidad (TLP), en su evidente complejidad clínica conexa al impacto significativo en la calidad de vida de los sujetos y el coste de la atención médica, ha sido objeto de estudio por parte de investigadores y profesionales de la salud mental. Según la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10; Organización Mundial de la Salud [OMS], 2021) se categoriza en F60.3, y es descrito por una inestabilidad emocional generalizada, marcado impulsividad i labilidad afectiva manifiesta en la fluctuación rápida y/o dramática del estado de ánimo, así como por una propensión a la reactividad emocional desproporcionada.

Constituye una condición de intenso dolor emocional y sufrimiento psicológico en la que los propios objetivos y preferencias son confusos o alterados. A menudo, junto con la hipersensibilidad descrita de sus relaciones, que fluctúa de idealización a desvalorización, experimentan sentimientos crónicos de vacío acompañados de miedo intenso al abandono, que impulsa a esfuerzos excesivos para compensarlo. Asimismo, causa un deterioro severo en el funcionamiento cotidiano, con un alto riesgo de morbilidad y comorbilidad con otros trastornos psiquiátricos como depresión, ansiedad, trastornos alimenticios o abuso de sustancias.

Relación entre el TLP y el Abuso Sexual Infantil

El DSM-V señala la intensa angustia emocional percibida por la población límite, resultado de la inestabilidad emocional generalizada referida, en relaciones, autoimagen y afectos, la impulsividad dominante propicia un alto riesgo de comportamientos autolesivos y potencialmente peligrosos.

Investigaciones anuncian que el 37% de las mujeres que buscan tratamiento por el trastorno de estrés postraumático (TEPT) relacionado con trauma infantil, tienen diagnóstico comórbido TLP. La comorbilidad entre ambos trastornos permite inferir que experiencias traumáticas en la infancia pueden afectar al desarrollo de la personalidad y aumentar el riesgo en desregulación emocional. Estudios detallados sobre factores de riesgo del TLP indican experiencia traumática infantil, antecedentes familiares de trastorno de personalidad o estado de ánimo, abuso de sustancias, estrés crónico y vulnerabilidad neurobiológica.

El Impacto del Abuso Infantil

El maltrato infantil es definido como cualquier acción, omisión o negligencia por parte de un adulto o cuidador responsable a un menor de 18 años. Puede manifestarse en diversas formas, incluyendo abuso físico, sexual, emocional o afectivo, abandono, explotación laboral, mutilación genital femenina, privación de derechos y discriminación.

Cualquier evento adverso infantil que atente en perjuicio de la salud, el desarrollo o la dignidad del menor o ponga en peligro su supervivencia en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder, tiene graves consecuencias en la salud mental, física y sexual de las personas que experimentan ese mal. Estas experiencias también pueden afectar negativamente al desarrollo del cerebro, la forma en que se procesan y regulan las emociones, y la capacidad para establecer relaciones saludables.

El Abuso Emocional y Su Relación con el TLP

L'abuso emocional es una forma común de negligencia que muestra asociación directa con el trastorno límite de la personalidad. Estudios longitudinales sobre la repercusión del maltrato infantil indican que predisposo a la severidad de la sintomatología límite

y propicia un mayor deterioro del funcionamiento psicosocial en adultos, después de provocar un autoconcepto debilidad, carencia de bienestar y seguridad, que genera malestar generalizado.

Las consecuencias vinculadas a esta experiencia en la infancia, cambios biopsicológicos en respuesta al trauma, son múltiples y afectan a diferentes áreas de la vida de la persona, tanto en efectos inmediatos como en aquellos que pueden aparecer años después del abuso. La no revelación del abuso, cuando ocurre, condiciona que sean pocas las afectadas que reciben ayuda temprana, con lo que el riesgo de desarrollar problemas psicológicos en la edad adulta aumenta de forma significativa, y en consecuencia, peor curso, pronóstico y respuesta al tratamiento.

El Abuso Sexual Infantil: Un Problema Global

L'abús sexual infantil (ASI) puede tener consecuencias devastadoras a lo largo de toda la vida. Es un problema global que ocurre en distintos entornos e incluye actividades sexuales no consensuadas y coercitivas inadecuadas para el desarrollo. La prevalencia mundial media de la ASI se estima en un 11.8%, y se define como cualquier actividad sexual entre un adulto y un menor de edad, que puede incluir o no contacto físico, exposición a material sexual explícito, exhibicionismo, voyeurismo u otras formas de explotación.

Metaanálisis que examinaron estudios publicados entre 1982 y 2009, sugieren que la tasa de prevalencia global oscilaba entre 7.6% y 8% en hombres, y entre 15% y 19.7% en mujeres. Estas cifras varían en función de la región, siendo las tasas más altas en África y las más bajas en Europa y Asia. Resultados que subrayan que el género y la etnia son factores de riesgo. Sin embargo, es importante reiterar que amar la prevalencia del abuso sexual infantil es complicado debido a factores como la carencia de criterios definitorios universales sobre lo que constituye y la discrepancia entre los casos de abuso autoinformados y aquellos casos informados oficialmente.

Factores de Protección y Apoyo Social

Investigaciones que examinaron factores de protección asociados al desarrollo y curso del trastorno límite de la personalidad, indican que niveles altos de apoyo, educación, relaciones cálidas y tiempo adicional por parte del cuidador prevén significativamente la resiliencia y el equilibrio emocional frente a situaciones adversas, en adolescentes con antecedentes de abuso sexual. Las relaciones de apoyo con un padre no agresor u otros miembros de la familia también la pronostican en niñas víctimas de abuso sexual. El apoyo social a nivel comunitario, incluyendo compañeros y entorno escolar, así como metas educativas a largo plazo, también son componentes importantes. Sin embargo, el apoyo institucional experimentado en distintos niveles de redes es el principal factor básico para los menores que han experimentado victimización o revictimización sexual.

Como cierre de nuestro recorrido por la complejidad del TLP y su vinculación con el abuso sexual infantil, nos encontramos con un llamamiento a la comprensión, empatía y acción. La conciencia de estas interconexiones es esencial para abordar estos problemas desde una perspectiva integral. Al aprender más sobre el TLP y sus raíces en experiencias traumáticas, podemos trabajar hacia la creación de entornos más seguros y de apoyo, fomentando la esperanza y recuperación para aquellos que enfrentan estas difíciles realidades.

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